miércoles, 26 de febrero de 2014

EL FASCISMO Y EL MUNDO COLONIAL

1. El fascismo es la forma más salvaje y abominable del imperialismo. Pero esto no significa que la clase obrera y los pueblos oprimidos deban someterse al imperialismo cuando se pone su máscara democrática. Los pueblos latinoamericanos no quieren caer bajo el dominio del imperialismo japonés, italiano o alemán. Pero esto no significa que México pueda tolerar que el imperialismo británico o norteamericano controle sus recursos naturales o sus políticas nacionales. Las clases obreras y los pueblos de los países atrasados no quieren ser estrangulados ni por un verdugo fascista ni por uno “democrático”.
2. El Japón intenta hacer de China una colonia. Italia y Alemania quieren penetrar en las colonias francesas y británicas. En este sentido son los “agresores”. Pero esto de ninguna manera significa que las clases trabajadoras y los pueblos oprimidos tengan el deber de defender los derechos coloniales de Francia, Gran Bretaña, Holanda, Bélgica, etc. La tarea de los revolucionarios genuinos es deshacer a los regímenes coloniales opresivos. Nuestra consigna: ¡el derecho de todas las naciones a su autodeterminación, no de palabra, sino de hecho; la total y genuina liberación de todas las colonias!
3. El futuro de la humanidad está inseparablemente ligado con el destino de India, China, Indochina, Latinoamérica y Africa. La simpatía activa, la amistad y el apoyo de los genuinos revolucionarios, socialistas y demócratas honestos está completamente del lado de estos pueblos -que constituyen la mayoría de la humanidad- y no del lado de sus opresores, no importa con que clase de máscara política se presenten. Aquellos que activa o aún pasivamente apoyan un régimen colonial bajo el pretexto de defender su propia “democracia” son los peores enemigos de las clases trabajadoras y de los pueblos oprimidos. Nosotros y ellos vamos por caminos muy diferentes.
4. Estamos de todo corazón con el pueblo español en su lucha contra el fascismo. Pero la condición elemental para la victoria de la revolución en España es la expulsión de la GPU de la república española y el desarrollo sin obstáculos de la iniciativa revolucionaria de los obreros y campesinos españoles. Sólo en esta forma se puede movilizar de nuevo a las masas del pueblo español contra los fascistas domésticos y extranjeros; sólo así es posible remover la base social y militar de Franco.
6. En los países atrasados el camino para oponerse al fascismo es ante todo el camino de la lucha revolucionaria por la independencia nacional y por la transformación radical de las relaciones agrarias. Sin la revolución agraria no hay independencia nacional ni salvación contra el fascismo. Cualquiera que bloquee el camino hacia la expropiación de la propiedad territorial y de los recursos nacionales en beneficio de los campesinos y del pueblo en general, está instigando al fascismo. Generalidades vagas acerca de la amistad y la democracia no son suficientes. Se debe tener una posición clara: o con los magnates del capital y de la seudo-democracia, o con la democracia genuina de los obreros, los campesinos y los pueblos oprimidos.
El socialista o demócrata mexicano que encuentra posible creer en el “pacifismo” del bloque entre la burocracia stalinista y la democracia imperialista, es el que más se distingue por su ceguera política. Caballeros de la calidad de Lombardo Toledano, que tratan de subordinar a la clase obrera mexicana al bloque entre la GPU y los pacifistas imperialistas, traicionan abiertamente no sólo a los intereses del proletariado mexicano, sino también a los del pueblo mexicano.
Si México se deja llevar por la corriente política de Lombardo Toledano, es decir, si voluntariamente permite que se lo utilice como moneda de cambio en los negocios entre el Kremlin y la Casa Blanca, significaría la destrucción no sólo de la democracia mexicana sino también de la independencia nacional del país.
El pueblo mexicano no quiere y no puede permitir que se transfieran a su tierra los métodos usados en España; ni los métodos de Franco, ni aquellos de Stalin.
De la mano con cientos millones de oprimidos de razas no blancas, de la mano con cientos de millones de trabajadores en los países imperialistas, los obreros y campesinos de México lucharán por la paz, la libertad, la independencia y el bienestar de su país, así como por la felicidad de toda la humanidad.


Artículo sin firma. Parece ser un documento escrito para proporcionar una plataforma común a los delegados y militantes antiestalinistas del próximo Congreso contra la Guerra y el Fascismo. El manuscrito ruso no contenía el punto Nro. 5. Tomado de la versión publicada en Escritos, Tomo IX, pág. 65, Editorial Pluma.

jueves, 20 de febrero de 2014

LA CULTURA DE RIVADAVIA

por José María Rosa

Bernardino Rivadavia fue tenido por un hombre culto por sus contemporáneos. Más que por un hombre culto, por un sabio: su mote Padre de las Luces no tenía intención irónica. Casi todos creían en el enorme talento y los considerables conocimientos de Rivadavia: hasta San Martín (por lo menos en 1823), y el mismo Rosas en sus cartas de 1830 y 1834, ambos desconfiados por naturaleza de valores ficticios, reconocen su “vasta erudición”. Entre quienes no creyeron en la cultura de Rivadavia, y llegaron a burlarse inexorablemente del Padre de las Luces estuvieron el padre Castañeda hombre de sólida formación filosófica, y Pedro de Angelis, humanista y erudito a toda prueba.
¿Nuestra opinión?... Rivadavia no escribió un libro, ni dictó una cátedra. Su talento y conocimientos se manifestaron, por lo tanto, en su conversación particular, epístolas, discursos y decretos de gobierno. Nadie ha mencionado una frase feliz o un giro brillante de la conversación de Rivadavia, y sus cartas no pasan de una medianía. Los discursos no revelan precisamente ese enorme talento. En el inaugural de la presidencia, dijo: “...Organizar los elementos sociales que ellos tienen (los Estados) de manera que produzcan cada vez, en menor tiempo, el resultado mayor y mejor. Esto es lo que hay de verdad cuando se dice que se crea, y esto también pone delante de vosotros (los diputados) uno de aquellos avisos de refracción que el Presidente no puede dejar de recomendar el que los señores diputados lo tengan siempre delante de sí, y es el que sólo la sanción que regle lo que existe o para cortar el deterioro o para que produzca todo lo que da su vigor natural tiene efecto, y por consiguiente, obtendrá la autoridad que da el acierto y la duración que sólo puede garantir el bien”. En esta frase se encuentra de todo: anfibologia, solecismos, barbarismos, monotonía. Y después de descifrar con trabajo ese aviso de refracción que la Presidencia recomienda a los diputados tener delante de sí, resulta que se reduce a una verdad de Pero Grullo: quitar lo malo y dejar lo bueno.
Quedan sus decretos de gobierno. En el Registro Oficial de Rivadavia han encontrado sus admiradores la prueba de sus conocimientos y su afán civilizador. Aunque sea por las tapas. Alguna vez un diputado o senador comparó a Rivadavia con Rosas, por supuesto en beneficio de aquél, por el número de decretos de gobierno producidos por uno y otro.
En sus decretos de gobierno, Rivadavia enseñaba de todo: para nombrar a un jardinero con 50 pesos mensuales dictaba una cátedra de botánica en quince artículos cuya parte dispositiva se resume: “las funciones del jardinero son... plantar y cultivar todo árbol de utilidad para paseo, combustible y todo género de combustible; plantar y cultivar todo género de flores, árboles frutales, plantas medicinales, granos, pastos y hortalizas”. (Registro Nacional Nº 1998, tomo II, pág. 135). Crea una Academia de Medicina y Ciencias Exactas para encargarse de “formar una colección demostrativa de la geología y de las aves del país”: tamaña colección de despropósitos no puede ser más estrafalaria, pero está allí en el decreto del 31 de diciembre de 1823. Y no solamente hace danzar juntas a la medicina, a las ciencias exactas, a la geología y a las aves del país para ilustración de los lectores del Registro Oficial, sino que dicta un Reglamento para la Escuela de Partos, en enero de 1824, dando una completa enseñanza de ginecología y obstetricia: el objeto del primer año de estudios es conocer “las partes huesosas que constituyen la pelvis, el útero, el feto y sus dependencias, la vejiga, la orina y el recto”.
En estos decretos administrativos está el sólido pedestal de la cultura de Rivadavia. O nuestros gigantes padres los conocieron solamente por las tapas, como el diputado o senador de marras, o se impresionaron demasiado por la música de las palabras.


capitulo nueve de El Revisionismo Responde

viernes, 14 de febrero de 2014

Un socialismo “a la criolla”


por Jorge Abelardo Ramos

—¿Cómo ve usted un gobierno socialista en la Argentina? ¿Cuál sería el tipo de Estado vigente en ese caso, qué medidas adoptaría básicamente en los órdenes político, económico, cultural? Por lo demás, ¿es concebible el socialismo en el país?

—Nuestro país no podrá permanecer al margen del sentido profundo de la historia universal. Tampoco quiso atarse otrora a la decadencia española y luchó contra los godos hasta vencer. En las guerras de la Independencia, pretender el gobierno americano propio parecía a las potencias de la época algo tan monstruoso como hoy se les antoja a los reaccionarios la lucha por el establecimiento que tienda a echar las bases de la sociedad socialista.
Pienso que el socialismo en la Argentina, tal cual ha ocurrido en otros países, revelará las características argentinas y latinoamericanas, sus rasgos diferenciales, su tradición popular, nuestras costumbres y también nuestros defectos. Pero esto, naturalmente, no es una fatalidad. De nosotros depende que el gobierno y la sociedad se propongan desechar los errores y deformaciones burocráticas y policiales en que se degrado la Revolución Rusa, por ejemplo, lo mismo que otras revoluciones proletarias del siglo XX.
Creo que nuestro país necesita urgentemente reemplazar el viejo Estado oligárquico y semiburgués heredado, con su pesada e infecunda maquinaria administrativa Sin embargo, antes de proceder a ese reemplazo, resulta imprescindible adoptar medidas económicas revolucionarias, asignándole a esta palabra su verdadero significado pues en los últimos años hasta los reaccionarios usan la palabra “revolución”, por su resonancia prestigiosa, para ocultar sus propósitos contrarrevolucionarios.

—¿Cuáles serían esas medidas económicas?

—La primera de ellas, y que conceptúo fundamental, es la expropiación sin indemnización de todos los campos situados en la pampa húmeda, más allá de la extensión de 500 hectáreas. La nacionalización del suelo en las praderas más fértiles del mundo y su transformación en estancias ganaderas del Estado, dirigidas por agrónomos y veterinarios, tendría el propósito de generar un salto gigantesco en la productividad de la economía pecuaria, detenida en las cifras de 1910 por el parasitismo social de la clase estanciera. No persigue esta medida ningún fin de persecución política, sino multiplicar en pocos años nuestro poder proteico para pasar del inveterado y semisecular número de 40 ó 50 millones de cabezas de ganado hasta llegar a 150 ó 200 millones de vacunos. Nuestra fuente de capitalización reside allí, no sólo para alimentar al pueblo argentino, sino para aumentar sustancialmente nuestras exportaciones. La Argentina tiene un mercado como el de China, todo el medio Oriente, los países africanos liberados o en proceso de liberación, además de Europa. En todas partes tiende a crecer la demandad de alimentos y en particular de proteínas.
Un sistema de acuerdos bilaterales con esos países, para no hablar de la América latina hambrienta, con la que debemos establecer los lazos confederales más estrechos y profundos, nos permitirá quebrar toda dependencia de las potencias imperialistas.

—¿Cree usted que las nacionalizaciones en la Argentina han obtenido los beneficios que se esperaba de ellas?

—Los mismos teóricos, como Alsogaray, que declaman contra la política de nacionalizar las empresas de capital extranjero y repiten sin fatiga la tontería de que el Estado es mal administrador, afectan ignorar que en los países avanzados, como Francia, la industria más importante de ese país, la Régie Renault, es propiedad del Estado. Para los países dependientes o semicoloniales, la necesidad de investir al Estado de un gran poder se deriva justamente de su atraso, es decir, de la ausencia de un previo desarrollo capitalista de las fuerzas productivas. Para aumentar la productividad en el campo es preciso expropiar a los ganaderos, así como para aumentar la productividad en los frigoríficos extranjeros en quiebra es preciso nacionalizarlos y modernizarlos, pero sin pagar indemnización.

—¿Un gobierno socialista gobernaría mediante la dictadura?

—Mientras exista la sociedad de clases, existirá siempre, implícita o manifiesta, la dictadura de una clase social sobre las restantes. En los países ricos, explotadores de otros pueblos, como la Inglaterra victoriana, la dictadura de la burguesía y la nobleza sobre el pueblo inglés estaba disimulada y atenuada, hasta. ser en realidad una sociedad de apoyo mutuo por la explotación global de las colonias por parte del Imperio. En la Argentina, la dictadura de clase fue ejercida siempre por la oligarquía. En los momentos críticos era abierta, mediante el “fraude patriótico” del general Justo. Para mí, nuestro gob'erno obrero y popular emprenderá el camino hacia el socialismo con el apoyo activo y creador de la clase trabajadora y del pueblo y será en consecuencia el más genuino gobierno democrático que haya existido en el país. Pero mantendrá a raya a los sectores sobrevivientes de las clases parásitas, los hará trabajar y vigilará cuidadosamente sus posible actividades subversivas, ja disminución del control gubernamental del Estado socialista sobre sus enemigos internos indicará paulatinamente el triunfo de la. abundancia sobre la escasez y el avance del socialismo, que no es una fórmula milagrosa sino una ruta a seguir.

—¿El manejo de la economía será ejercida por funcionarios nombrados desde arriba, como en la Unión Soviética o Cuba?

—Prefiero no hablar de lo que se hace afuera. Creo que la mejor lección que podemos extraer de los procesos revolucionarios en otras partes del mundo es que la democracia proletaria y la gestión directa de los trabajadores y técnicos en la actividad económica no sólo son la única garantía posible para que los errores en esa esfera sean corregidos, sino también la garantía suprema del carácter democrático del régimen socialista. Estoy convencido que desde 1917, desde Lenin y Trotsky y bastante antes que Stalin estrangulase la revolución rusa, los marxistas padecíamos de lo que yo llamaría el “iluminismo tecnocrático” heredado del siglo XIX. El socialismo, según Marx, debía brotar en el momento en que las fuerzas productivas de la vieja sociedad altamente tecnificada hubiera agotado todas sus posibilidades. El proletariado heredaba así una sociedad civilizada y culta. En cambio, las revoluciones han surgido en el siglo XIX en las sociedades atrasadas y el gobierno socialista debe crear la tecnología que la burguesía nacional y la oligarquía han sido incapaces de desarrollar. En tales circunstancias, aparece el peligro de que los jóvenes revolucionarios se hagan burócratas y omniscientes y no sólo sustituyan a las clases arcaicas en el gobierno socialista y en la elegibilidad y revocapueblo en el gobierno político de la sociedad. Creo, en síntesis, en el papel decisivo del pueblo y la clase obrera en el control cotidiano del gobierno socialista y en la eligibilidad y revocabilidad de todos los dirigentes y funcionarios del nuevo Estado. Esto es más importante que la industria pesada y que las ilusiones de un socialismo faraónico. No creo en modo alguno que en un país atrasado elevado al régimen socialista la generación constructora deba dejar sus huesos en las minas, en las fábricas o en las prisiones para que dentro de cincuenta o cien años las generaciones siguientes disfruten del paraíso socialista. La democracia obrera y la gestión colectiva de los asuntos comunes, el derecho a la crítica y al pensamiento crítico son el más importante rasgo del socialismo y sin él los cohetes y las cifras no valen para nada.

—En una Argentina socialista, ¿qué papel desempeñarían las Fuerzas Armadas?

—Toda revolución, si es profunda, escinde a la sociedad y, naturalmente, a su, fuerzas armadas. Siempre ha sido así. Véase la historia de nuestras guerras civiles y los ejércitos federales de provincia enfrentados con las fuerzas porteñas, por ejemplo. Para nuestra revolución, una parte del ejército pasará a ¿a causa del pueblo que es la misma causa sanmartiniana y artiguista. Ahora vamos a expropiar las tierras a la oligarquía y a la gran burguesía. San Martin expropió cierta parte de la propiedad privada a los esclavistas, cuando libero negros para su ejército. Artigas expropió terratenientes de la Banda Oriental y Güemes parte de las riquezas de los godos salteños. Moreno se proponía expropiar a todos los terratenientes y comerciantes de Buenos Aires. ¿A qué convocar los temidos espectros rojos de Marx cuando tenemos tan lindos ejemplos en casa? Las actuales fuerzas armadas serán transformadas en ejércitos patriotas, para defender, en caso de ataque exterior, los intereses del pueblo latinoamericano, pues estarán vinculadas técnicamente a las fuerzas armadas revolucionarias de la. Patria Grande, como en los tiempos de Bolívar. Cuando no haya guerra, esas fuerzas armadas no permanecerán en el ocio, sino que trabajarán como especialistas calificados en la gran construcción de la economía socialista.