lunes, 25 de febrero de 2013

SAN MARTÍN Y LA ASAMBLEA DEL AÑO XIII


por Jose María Rosa

Treinta y cinco años tenía al pisar, aquel 9 de febrero de 1812, nuevamente el suelo de la patria que abandonara 28 años atrás. Había pasado su juventud en España, la tierra de sus padres, sirviendo en el ejército del rey. Pero este hijo de un capitán español, nacido por accidente en las Misiones correntinas, amaba el suelo que lo vio nacer con una intensidad que pocos pueden disputarle en nuestra historia. Tal vez fue por ese mote, “el americano”, que le pusieron sus compañeros en el Colegio de Nobles de Madrid: era despectivo, pero él lo reivindicó como título de honor.
A los treinta y cinco años, dejaba su brillante carrera en el ejército español y se despedía para siempre de su madre y sus hermanos, a quienes el destino le impediría volver a ver. Su patria, su verdadera patria lo necesitaba, e iba a darle todo su esfuerzo. Debió ser un grave conflicto entre su amor a la lejana tierra natal, idealizada por el recuerdo y la distancia, y sus deberes como militar español, y como hijo y hermano. Pero triunfó la patria.

San Martín y la Logia Lautaro

En Londres, y hacia 1811, ingresó San Martín en la filial de la Logia Lautaro. ¿Era una entidad masónica o simplemente una agrupación de revolucionarios cubiertos por el ritual y protegidos por el secreto y la obediencia de las entidades masónicas? Aún se discute. Pero lo cierto es que San Martín prestó juramento de perpetua obediencia, secreto y lealtad con el ceremonial de las logias secretas: que, junto con otros masones, fue enviado a Londres, donde allí embarcaría en la fragata Canning hacia Buenos Aires.
Que la Logia fuera masónica o no, San Martín cometería el error de ligarse definitivamente por su juramento. Atraído por el bello programa de independencia nacional, libertad y fraternidad que se presenta a los neófitos, y creyendo que una entidad secreta y poderosa sería eficacísima en la tarea revolucionaria, prestó los irreparables juramentos que habrían de pesarle toda su vida. Después de ingresar en una entidad semejante enajenaba su futuro político a una voluntad desconocida que podría arrastrarlo a cometer actos contra sus mismas ideas, ya que la Logia mostraba a los iniciados un magnífico programa, no era menos cierto que quedaban atados para siempre a las variaciones de su dirección.
Esa fue la tragedia de San Martín. Había ingresado en la Logia para servir, como militar y como político, a la independencia de su patria; pero al poco tiempo comprendió que la entidad secreta tomaba un rumbo opuesto a sus ideales. No quiso servir de instrumento a los enemigos de la nacionalidad, pero tampoco podía oponerse a la Logia de frente. Prefirió alejarse de toda actividad política en Buenos Aires. Por el conflicto entre su conciencia de patriota y sus juramentos de logista, fue solamente el Libertador de su patria, y no el Constructor de la Argentina, como lo llamaba el destino. No quiso aceptar el gobierno en 1822 y 1829, ya que estaba trabado para toda acción eficiente y nacionalista. Por eso vivió sus últimos años en Europa, aplaudiendo (en oposición a los logistas) la obra patriótica y constructiva de Rosas, quien, por carecer de ataduras logísticas, podía apoyarse en el pueblo y arremeter contra los intereses imperialistas e imperializantes de la oligarquía nativa, apoderada también del manejo de las logias. Por renuncia de San Martín (pero con su apoyo moral), sería Rosas quien creara y defendiera la férrea Confederación Argentina, último resto de las antiguas Provincias Unidas del Plata, disueltas por los intereses extranjeros y sus gerentes locales.

La Asamblea del Año XIII

La revolución del 8 de octubre de 1812 había sido obra del pueblo de Buenos Aires (del auténtico pueblo de Mayo), conducido por San Martín, cuando todavía Logia, Pueblo y Patria eran cosas semejantes. El segundo Triunvirato llamó a una Asamblea General Constituyente, que debía ser plena representación nacional (la anterior “asamblea” de Rivadavia estaba formada solamente por porteños y aporteñados) a fin de declarar la independencia nacional y sancionar una constitución: para que “vote y decrete la figura con que debe aparecer (la Patria) en el gran teatro de las naciones”, decía la circular del 24 de octubre invitando a la elección de diputados.
Pero la Asamblea no declaró la independencia, ni sancionó una Constitución. Ni fue tampoco un “cuerpo nacional”. Algo se introdujo en la Logia Lautaro para torcer, una vez más, el curso de la Revolución. La oligarquía desplazada el 8 de octubre rodeó al joven Carlos María, de Alvear, compañero de San Martín y 2º jefe de Granaderos, alentando sus ambicianes políticas y las de su círculo. Alveár les abrió las puertas de la Logia a Rivadavia, Manuel José García, Valentín Gómez y todos los desplazados, para contrarrestar las influencias de San Martín y los auténticos patriotas. Desde ese momento se perdió la Logia Lautaro como instrumento de liberación.
San Martín fue alejado, o se alejó, de las actividades políticas. Y la nueva Logia preparó las elecciones para dominar la Asamblea.

Los Diputados Orientales

Artigas – ahora gobernador-militar de la federal provincia Oriental – y los representantes del Congreso oriental de Peñarol, reconocieron la soberanía de la Asamblea por suponerla un “cuerpo nacional”. Nombraron los cinco diputados de su provincia, dándoles instrucciones de votar la independencia “absoluta” de España, crear un sistema de Confederación de provincias y establecer la capital nacional fuera de Buenos Aires.
La Asamblea rechazó a los diputados orientales por “vicios de forma” en su designación; aunque fueran los más auténticos representantes en ese cuerpo digitado, en su gran mayoría desde la Logia. Reelectos, salvándose los presuntos “vicios” (los orientales no querían suponer otra intención en los porteños), serían nuevamente rechazados. Ya no cabía duda posible: la Asamblea porteña y oligárquica nada quería con Artigas y el federalismo popular. Poco después, el “sujeto José Artigas” era despojado de su grado militar y desconocido en su calidad de gobernador de la provincia Oriental.
Artigas abandonó entonces (recién entonces) el campamento que sitiaba Montevideo. Había recibido con paciencia las ofensas de los oligarcas porteños y solamente cuando se le desconoce su grado militar abandonará las filas sitiadoras. No desertaba; la Asamblea lo expulsaba. Tomó en su mano la, bandera partidaria (azul y blanca, cruzada en diagonal con la franja punzó del federalismo) y se marchó solo, absolutamente solo; pero al día siguiente, notada su ausencia, todos los orientales abandonaban también las filas sitiadoras para seguir al jefe. El Director Posadas (en enero de 1814, la Asamblea había sustituido al Triunvirato por un Director) puso a precio la cabeza del “bandido José Artigas” y mandó una división a prenderlo. Los porteños fueron completamente derrotados en Guayabo.
A poco el pabellón de Artigas tremolaba en el Fuerte de Montevideo, entregado por los españoles a los porteños-, y que éstos acabaron por abandonar a Artigas. Impotente para derrotarlo, Alvear ofrecería a Artigas la independencia “nacional” de la Banda Oriental, para que el federalismo y los gobiernos populares no se extendieran por las demás Provincias Unidas. Artigas se negó. Era argentino, y quería seguir siéndolo.

La Obra de la Asamblea General

Mientras San Martín, alejado por los nuevos orientadores de la Logia, tomaba el comando del ejército del Norte primero, y la gobernación de Cuyo después; mientras Artigas consolidaba la autonomía de la Provincia Oriental, embrión de su futura Liga de Pueblos Libres; la Asamblea de Buenos Aires realizaba su obra, tan exagerada o tergiversada por nuestra historia olígárquica.
Se ha batido hasta el cansancio el parche de la obra de la Asamblea. Se ha dicho que, si no declaró formalmente la independencia, tomó muchas disposiciones (fiesta nacional del 25 de Mayo, Himno Nacional, Escudo nacional, abolición de las armas realistas, etc.) que significan una independencia de hecho. Y que sus muchas leyes por la libertad y la igualdad (libertad de vientres, liberación de esclavos que pisen el territorio argentino, abolición de mayorazgos, quema de los instrumentos de tortura, de la Inquisición, etc.) son “progresistas” y encomiables.
Es cierto que la Asamblea dictó muchas resoluciones simpáticas al espíritu popular, ardientemente pronunciado a favor de la independencia. Pero no se atrevió a declararla lisa y llanamente, como estaba obligada por la circular de su convocatoria. Empleó todos los sustitutos posibles (el 25 de Mayo como “fiesta cívica”; el Oid, mortales como “canción patriótica, etc., etc.), sin emplear la palabra nacional. Y no se arriesgó al acto supremo, in tergiversable, de la independencia, reclamado por todo el país.
Lo demás (libertad de vientres, etc., es simple copia de lo resuelto en 1812 por las Cortes españolas de Cádiz. Los asambleístas porteños no podían aparecer como menos liberales que los congresales españoles. Plagiaron a la letra sus leyes, llegando hasta la comicidad: en España se habían quemado los instrumentos de tortura de la Inquisición, porque allí había Inquisición. En Buenos Aires hubo que fabricar unos bancos y maderos para quemarlos “públicamente”, porque nunca hubo aquí Inquisición.
Cuando desde Brasil protestaron por la libertad de los esclavos “por el solo hecho de pisar el territorio argentino”, que favorecía la fuga de esclavos brasileños, la Asamblea soberana abolió de un plumazo la disposición que perjudicaba a los esclavistas brasileños.


capitulo siete de El Revisionismo Responde

miércoles, 20 de febrero de 2013

El informe Rattenbach vendido a mayor precio que su valor verdadero


por Jorge Abelardo Ramos

La comisión Rattenbach pide la pena de muerte para los tres oficiales que decidieron la ocupación de las Malvinas. El pedido pinta de cuerpo entero a Rattenbach y colegas. Y pensar que pasaron largos años de sus carreras cantando el Himno ante todos los mástiles de la República para pedir calma, finalmente, cuando llegó la hora de marchar y morir. Ahora dicen que se trata de una "aventura militar inoportuna". ¡Y la Nación ha gastado montañas de buenos sueldos para empollar generales herbívoros, que tiemblan ante Occidente y sólo piden muerte o prisión perpetua para sus camaradas!. Sin embargo, detrás de las penas que piden para Galtieri está el propósito de enterrar para siempre la memoria colectiva el hecho prodigioso e imborrable de que luchamos en desigualdad de condiciones con los dos imperios más poderosos y pérfidos de la tierra.
Triste misión la de Rattenbach. Con los chismes de Casino, y acopio de errores técnicos, improvisación, cobardía, -en suma, gajes de toda guerra-, quieren sepultar, con la benevolencia de la "opinión mundial", a los jóvenes héroes que enrojecieron con su sangre el mar austral y eclipsar el giro espectacular de la perdida conciencia nacional de toda la América Latina, puesta de pie cuando tronaron los cañones de la Argentina. Esa es la victoria política que obtuvimos sobre Gran Bretaña y es justamente esa victoria la que desean nublar estos tristes redactores del informe Rattenbach. No me extraña en absoluto. ¿No es el mismo Brigadier Rey que firmó el decreto como integrante de la dictadura de Lanusse, otorgando a la Reina de Gran Bretaña el laudo para resolver el problema del Beagle? Ahora pretende condenar a muerte a los que guerrearon contra Inglaterra. "Vaya usted a hacer Patria con esa gente", dijo Bolívar, refiriéndose en su tiempo a sujetos semejantes.
El imperialismo mundial, simulador incesante de las "formas democráticas", quiere poner la mano sobre nuestro uranio enriquecido, que nos sitúa como el único país del Tercer Mundo que se encuentra en el umbral de la revolución científica y tecnológica de nuestra época, si sabemos avanzar más allá; y quiere apoderarse de nuestras empresas estatales para cobrarse la deuda externa.
El informe de Rattenbach se incluye, lo sepan o no deplorables autores, en esa campaña mundial para inferiorizar a los argentinos.
Pero no van a prevalecer, me atrevo a asegurarlo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

EL COMUNISMO EN LA ARGENTINA


por Juan D. Perón

Hemos querido dedicar un capítulo especial a este tema por la importancia que tiene en sí y porque el comunismo siempre trabaja para sí en cualquier situación política y el "caldo de cultivo" es mejor, cuando más desfavorable es la situacion social y económica y más caótica es la situación política; de la misma manera que ellos progresan cuantitativamente en los ambientes de represión violenta como ha sucedido con la dictadura argentina [refiriéndose el General a la dictadura de 1955, N. del W.].
En unas conclusiones editoriales, el 9 de agosto de 1957, dice textualmente el diario The New York Times: "...Lo cierto es que, en definitiva, son las dictaduras y no las democracias las que allanan el camino al comunismo. Esto es cierto en Venezuela, como lo fue en otros países, en la Italia de Mussolini, la Guatemala de Arbenz y la Argentina de Perón."
Estos descarados falsarios, que favorecieron el comunismo en Italia, comienzan por llamar "democracia" a la dictadura militar que usurpó el poder en la Argentina, luego de derribar por la fuerza al Gobierno Constitucional elegido en las elecciones más libres que conoce la historia política argentina. Atacan al gobierno venezolano que, precisamente, es una garantía contra el comunismo que constituye su más enconado enemigo, lo que prueba la mala fe de la afirmación y la traición miserable en la conducta publicitaria de ese diario insidiosamente al servicio de la prédica inconfesable y disimulada del comunismo internacional.
Sin embargo, no queremos probar lo que ya todos saben: que esta clase de periodistas, son calumniadores indecentes y falsos demócratas, sino que, además, están trabajando solapadamente a favor del comunismo, del que forman parte, detrás de la máscara de una simulada democracia que ni sienten ni practican. Véase a continuación la demostración palpable de esta afirmación, comprobada con cifras y evidencias irrefutables.
Hasta el años 1945, fecha del advenimiento del Justicialismo en la Argentina, el comunismo tenía gran importancia en el país, especialmente en los sectores universitarios y obreros. La universidad argentina estaba penetrada en su dirección y docencia por numerosos elementos conocidos ampliamente por sus ideas comunistas o, cuando menos, comunoides. La mayoría de los sindicatos estaban escuadrados, asimismo, por dirigentes comunistas o socialistas marxistas que, para el caso son la misma cosa, ya que el socialismo que funciona en la Argentina es evidentemente connivente del comunismo. (Baste señalar la circunstancia, por demás elocuente, que mientras el comunismo actual está dirigido por Rodolfo Ghioldi, el socialismo lo es por su hermano Américo.)
En las elecciones de 1946, los comunistas formaron la "Unión Democrática", concentración de partidos opuestos al Peronismo en que, en un extraño maridaje contubernista, se mezclaron radicales, socialistas, conservadores, demócratas progresistas, etc. En otras palabras, todos los partidos que ahora forman el bando de la dictadura como asimismo el "Consejo Consultivo" de gobierno y la "Asamblea Constituyente" formada a base de las elecciones del 28 de julio de 1957.
Ha sido ésta, la única oportunidad en que el comunismo ha conseguido formar uno de esos "Frentes Populares" que tanto persiguieron, desde hace más de veinte años. En las elecciones de 1946 en las que fue elegido por primera vez el General Perón, como Presidente Constitucional de los argentinos, los comunistas tuvieron alrededor de 170.000 votos en total.
La política social del Gobierno Justicialista desde su comienzo rindió sus efectos en este terreno y poco tardaron los comunistas en ser sus más enconados enemigos, porque vieron disminuir aceleradamente su predicamento en las masas que, mejor satisfechas en sus reivindicaciones e incorporadas a la Nación mediante los "Derechos del Trabajador", poco tardaron en darles la espalda. Es así que, en las elecciones realizadas en 1954, todos los votos comunistas de la República, no alcanzaban ya a los 80.000. Es claro entonces que, entre los elementos que en ese momento preparaban una revolución contra el Gobierno Constitucional, los comunistas constituyeran un sector de gran valor agitativo y de choque y que, sus dirigentes actuaran estrechamente de acuerdo con los dirigentes militares y políticos que, como consecuencia de esa revolución, ocupan hoy el poder en la Argentina. Es así que los "gorilas" han utilizado los servicios
comunistas antes, durante y después de la revolución de 1955.
En la Argentina, como en casi todas las partes, los comunistas revolucionarios, que formaron en el elenco de la actual dictadura militar, se interesaron especialmente por las universidades y los sindicatos obreros, entidades que coparon mediante las colaterales comunistas organizadas tanto en las Universidades (Federación Universitaria de Buenos Aires, F.U.B.A.), como en las organizaciones gremiales de los trabajadores (Organización Mundial de Trabajadores de Praga, Confederación Latinoamericana de Trabajadores de Lombardo Toledano y Sindicatos Libres dominados por el partido Comunista). Está de más decir que, en esta acción los comunistas no ponían sino dirigentes, desde que se trataba de una organización de "muchos generales y pocos soldados".
Era lógico entonces que, al tomar la dictadura "gorila" el Gobierno, ellos maniobraran para apoderarse de esos dos estamentos tan codiciados por los comunistas del mundo. Así la universidad argentina fue intervenida por la dictadura y entregada sin más a los elementos comunistas de la Federación Universitaria de Buenos Aires, F.U.B.A., los que formados en el comunismo y dirigidos por los jerarcas del Partido, poco tardaron en ocupar las universidades. Separaron a todos los profesores anticomunistas y los reemplazaron por comunistas o comunoides. Es en esa oportunidad que llega a ser rector de la Universidad de Buenos Aires (la más importante del país) el doctor Sayago, activo militante comunista, del gremio de los médicos.
En los sindicatos pasó algo semejante: las organizaciones obreras argentinas eran en su totalidad justicialistas y los dirigentes comunistas habían sido literalmente barridos de los sindicatos. Sin embargo, los comunistas, coherentes en su hábito de copar organizaciones, mantenían en disponibilidad sus cuadros de dirigentes, que eran pagados por el Partido, esperando el momento que pudiera presentarse a través de lo que se planeaba contra el Gobierno Constitucional.
Producida la revolución de los "gorilas" en 1955, una de sus primeras medidas fue intervenir la Confederación General del Trabajo (C.G.T.) ocupándola con marinería y poniendo en su intervención a un marino que disolvió prácticamente a todos los gremios, utilizando para ello los elementos comunistas dirigentes y usando el fácil expediente de hacer asaltar los locales por individuos armados, de la policía y marinos vestidos con ropas civiles, los que una vez desalojados los verdaderos dirigentes, entregaban los locales sociales a los dirigentes comunistas. Se trataría después de ir ganando a los trabajadores por diversos sistemas, llamar luego a elecciones y reconstruir así las organizaciones sindicales, con elementos comunistas como dirigentes.
Es lógico que los marinos y militares odiados por los trabajadores argentinos, no contasen con el más mínimo apoyo en las masas populares y que debieran recurrir a los comunistas que, en su eclecticismo diabólico, son capaces de aliarse al Diablo, si al Diablo le pueden sacar alguna ventaja. Sin embargo, tanto los "gorilas" como los comunistas no contaron con que los justicialistas se iban a defender creando organizaciones clandestinas, desde las cuales se iniciaron las acciones de resistencia que los han desesperado durante estos dos años.
La dictadura vio aparecer aquí varias organizaciones extralegales que fueron las que efectivamente dirigían a los trabajadores mal que les pesara a los interventores y amanuenses de la dictadura. En ellas figuraron lo que se llamó la "C.G.T." Negra, la "C.G.T." única e intransigente, el "Comando Revolucionario de los Trabajadores", etc., que no eran sino nuevas organizaciones ilegales creadas para mantener la cohesión de los trabajadores justicialistas y defender las verdaderas organizaciones sindicales contra la destrucción que perseguían la dictadura y los comunistas.
Cuando la dictadura creyó que había preparado suficientemente el ambiente, mediante la inhabilitación de todos nuestros dirigentes, que fueron declarados fuera de la ley, dispuso las listas de los que debían votar para la elección de dirigentes, de las que estaban excluidos naturalmente los peronistas y se decidieron a llamar a elecciones, sin darse cuenta de que la masa seguía siendo cada día más peronista, merced a la misma conducta que la dictadura había seguido con los trabajadores y sus organizaciones. Para ello constituyó una entidad que llamó la "Intersindical" en la cual, según sus deseos, debían entrar los gremios que se decidieran por lo dispuesto por la dictadura a través de su interventor. Pero olvidaron que, si bien contaban con los dirigentes comunistas, la masa seguía repudiando sus maniobras. Es así que la mencionada "Intersindical", a pesar de las presiones y las limitaciones, no los eligió como eran sus deseos porque los sindicalistas infiltrados de tendencia justicialista, les malograron el fraude preparado en las elecciones. Resultó así una intersindical peronista a pesar de haber votado sólo el cinco o diez por ciento de los sindicatos, minuciosamente elegidos por los dirigentes comunistas.
Frente a esta experiencia la dictadura no tuvo más remedio que mantener la intervencion y hacer frente a la agitación generalizada en el elemento gremial, que ha tenido el gobierno de la dictadura atado permanentemente a graves conflictos de trabajo, en los que las huelgas, el trabajo a desgano, la paralización de grandes sectores, el sabotaje y la resistencia pasiva y activa, han alternado con verdaderas acciones de insurrección.
En los setenta y un sindicatos que componen la "Intersindical", sólo dieciocho han conseguido encuadrar con dirigentes comunistas, en tanto los cincuenta y tres restantes, pese a lo realizado por la dictadura, han sido copados por peronistas.
Hay que tener en cuenta que se trata de una minoría, pues los sindicatos argentinos pasan de 2.500. Quiere decir que el resto está agrupado en las organizaciones peronistas clandestinas mencionadas antes.
En la actualidad, tanto en la universidad, como en las organizaciones obreras, la alianza de los "gorilas" con el comunismo les ha resultado contraproducente a ambos, porque las arbitrariedades, masacres y persecuciones que la dictadura ha hecho con los obreros, han desprestigiado no sólo a los militares que ejercen el gobierno sino también, a los dirigentes comunistas que respaldan, en estos campos, la acción de esa tiranía. Los justicialistas, en este concepto, hemos cosechado aún lo que no hemos sembrado.
El panorama actual es muy favorable porque la Intersindical, creada por la dictadura para romper el frente peronista, ha sido copada por nosotros que así, tenemos no sólo nuestras organizaciones en la ilegalidad sino también en lo que la dictadura considera como legal. Poco a poco se irá barriendo al comunismo de la dirección de algunos sindicatos y finalmente todas las organizaciones obreras serán justicialistas, cualquiera sea la maniobra que la dictadura crea poder realizar para impedirlo.

viernes, 1 de febrero de 2013

MI MENSAJE


por Eva Perón

1. MI MENSAJE

En estos últimos tiempos, durante las horas de mi enfermedad, he pensado muchas veces en este mensaje de mi corazón. Quizás porque en "La Razón de mi Vida" no alcancé a decir todo lo que siento y lo que pienso, tengo que escribir otra vez. He dejado demasiadas entrelíneas que debo llenar; y esta vez no porque yo lo necesite. No. Mejor sería acaso para mí que callase, que no dijese ninguna de las cosas que voy a decir, que quedase para todos, como una palabra definitiva, todo lo que dije en el primero de mis libros, pero mi amor y mi dolor no se conforman con aquella mezcla desordenada de sentimientos y de pensamientos que dejé en las páginas de "La Razón de mi Vida". Quiero demasiado a los descamisados, a las mujeres, a los trabajadores de mi pueblo, y por extensión quiero demasiado a todos los pueblos del mundo, explotados y condenados a muerte por los imperialismos y los privilegiados de la tierra. Me duele demasiado el dolor de los pobres, de los humildes, el gran dolor de tanta humanidad sin sol y sin cielo como para que pueda callar. Si, todavía quedan sombras y nubes queriendo tapar el cielo y el sol de nuestra tierra, si todavía queda tanto dolor que mitigar y heridas que restañar, cómo será donde nadie ha visto la luz ni ha tomado en sus manos la bandera de los pueblos que marchan en silencio, ya sin lágrimas y sin suspiros, sangrando bajo la noche de la esclavitud! Y como será donde ya se ve la luz, pero demasiado lejos, y entonces la esperanza es un inmenso dolor que se rebela y que quema en la carne y el alma de los pueblos sedientos de libertad y justicia! Para ellos, para mi pueblo y para todos los pueblos de la humanidad es "Mi Mensaje". Ya no quiero explicarles nada de mi vida ni de mis obras. No quiero recibir ya ningún elogio. Me tienen sin cuidado los odios y las alabanzas de los hombres que pertenecen a la raza de los explotadores. Quiero rebelar a los pueblos. Quiero incendiarlos con el fuego de mi corazón. Quiero decirles la verdad que una humilde mujer del pueblo -¡la primera mujer del pueblo que no se dejó deslumbrar por el poder ni por la gloria!- aprendió en el mundo de los que mandan y gobiernan a los pueblos de la humanidad. Quiero decirles la verdad que nunca fue dicha por nadie, porque nadie fue capaz de seguir la farsa como yo, para saber toda la verdad. Porque todos los que salieron del pueblo para recorrer mi camino no regresaron nunca. Se dejaron deslumbrar por la fantasía maravillosa de las alturas y se quedaron para gozar de la mentira. Yo me vestí también con todos los honores de la gloria, de la vanidad y del poder. Me dejé engalanar con las mejores joyas de la tierra. Todos los países del mundo me rindieron sus homenajes, de alguna manera. Todo lo que me quiso brindar el círculo de los hombres en que me toca vivir, como mujer de un presidente extraordinario, lo acepté sonriendo, "prestando mi cara" para guardar mi corazón. Sonriendo, en medio de la farsa, conocí la verdad de todas sus mentiras. Yo puedo decir ahora lo mucho que se miente, todo lo que se engaña y todo lo que se finge, porque conozco a los hombres en sus grandezas y en sus miserias. Muchas veces he tenido ante mis ojos, al mismo tiempo, como para compararlas frente a frente, la miseria de las grandezas y las grandezas de la miseria. Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle, por eso no me deslumbró jamás la grandeza del poder y pude ver sus miserias. Por eso nunca me olvidé de las miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas. Ahora conozco todas las verdades y todas las mentiras del mundo. Tengo que decirlas al pueblo de donde vine. Y tengo que decirlas a todos los pueblos engañados de la humanidad. A los trabajadores, a las mujeres, a los humildes descamisados de mi Patria y a todos los descamisados de la tierra y a la infinita raza de los pueblos! como un mensaje de mi corazón.