domingo, 31 de enero de 2010

Proclama de Abril de 1811


por José Artigas

Proclama de Artigas a sus compatriotas, al iniciar su campaña, en Mercedes, el 11 de abril de 1811.


Leales y esforzados compatriotas de la Banda Oriental del Río de la Plata: vuestro heroico entusiasmado patriotismo ocupa el primer lugar en las elevadas atenciones de la Exma. Junta de Buenos Aires, que tan dignamente nos regentea. Esta, movida del alto concepto de vuestra felicidad, os dirige todos los auxilios necesarios para perfeccionar la grande obra que habéis empezado; y que continuando con la heroicidad, que es análoga a vuestros honrados sentimientos, exterminéis a esos genios díscolos opresores de nuestro suelo, y refractarios de los derechos de nuestra respetable sociedad. Dineros, municiones y tres mil patriotas aguerridos son los primeros socorros con que la Exma. Junta os da una prueba nada equívoca del interés que toma en vuestra prosperidad: esto lo tenéis a la vista, desmintiendo las fabulosas expresiones con que os habla el fatuo Elío, en su proclama del 20 de Marzo. Nada más doloroso a su vista, y a la de todos sus facciosos, que el ver marchar con pasos majestuosos, esta legión de valientes patriotas, que acompañados de vosotros van a disipar sus ambiciosos proyectos; y a sacar a sus hermanos de la opresión en que gimen, bajo la tiranía de su despótico gobierno.

Para conseguir el feliz éxito, y la deseada felicidad a que aspiramos, os recomiendo a nombre de la Exma. Junta vuestra protectora, y en el de nuestro amado jefe, una unión fraternal, y ciego obedecimiento a las superiores órdenes de los jefes, que os vienen a preparar laureles inmortales. Unión, caros compatriotas, y estad seguros de la victoria. He convocado a todos los compatriotas caracterizados de la campaña; y todos, todos se ofrecen con sus personas y bienes, a contribuir a la defensa de nuestra justa causa.

¡A la empresa compatriotas! Que el triunfo es nuestro: vencer o morir sea nuestra cifra; y tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del Sur, están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio.


Cuartel general de Mercedes, 11 de abril de 1811.

sábado, 30 de enero de 2010

El Sacerdote y la política


por Carlos Mugica


Los grandes documentos sociales de Pablo VI y del Magisterio Eclesiástico los claros pronunciamientos de obispos argentinos sobre la realidad de nuestro país, y la existencia del Movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo, provocan ineludiblemente la reflexión de los cristianos, sobre lo específico de la tarea del sacerdote y su relación con la política.

Para situar bien el problema es necesario tener en cuenta de entrada que no se trata de la acción partidista del sacerdote, que puede llevarlo a un proselitismo oportunista y que es incompatible con su función de pastor, a no ser en situaciones muy excepcionales.

Recientemente, algunos medios de difusión, de neto corte liberal, utilizaron, tendenciosamente, expresiones del cardenal Danielou, conocido por su posición moderada dentro de la Iglesia. Danielou rechazó claramente el partidismo sacerdotal, pero no con menos fuerza afirmó que hoy, en la Argentina, el sacerdote debe denunciar las injusticias y propugnar reformas sociales.

El problema hoy, en la Argentina, está en convalidar o no el sistema capitalista liberal vigente, inevitablemente subordinado al imperialismo.

Y aquí no cabe el apoliticismo del sacerdote. Los claros pronunciamientos del Magisterio no nos dejan opción. Jamás podremos adherir a un sistema como el vigente en la Argentina, afirmado esencialmente en la explotación del hombre por el hombre. Un sistema cuyo motor es el lucro y que provoca, cada día, desigualdades más irritantes, ya que como dice Pablo VI los ricos se vuelven cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

Basta examinar los balances anuales de los grandes monopolios. Bunge y Born y Deltec, por ejemplo, que año tras año reflejan inexorables aumentos de ganancias y en la otra punta mirar los salarios de los trabajadores que son, año tras año, más insuficientes e injustos. Además, no bien el Gobierno anunció el aumento del 15 por cien el precio de un buen número de artículos de primera necesidad aumentó considerablemente. Frente a las consecuencias de este sistema el sacerdote no puede no hablar. No puede no actuar, si quiere seguir siendo sacerdote de Jesucristo y no sacerdote del statu quo.

Su acción de denuncia de las injusticias será la expresión misma de su misión religiosa que, constantemente, le señala la Iglesia.

Ya que el amor a Dios pasa necesariamente por el amor a los hombres. «Si alguno dice: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano miente. Pues el que no ama a su hermano a quien ve, no es posible que ame a Dios a quien no ve». (1 carta de Juan c. 4 v.20).

Los obispos argentinos hacen el siguiente diagnóstico de la realidad del país, fruto del sistema capitalista liberal: «Comprobamos que a través de un largo proceso histórico que aún tiene vigencia se ha llegado en nuestro país a una estructuración injusta. La liberación deberá realizarse pues en todos los sectores en que hay opresión: el jurídico, el político, el cultural, el económico y el social». (San Miguel, 1969). En 1971 la Comisión Permanente del Episcopado señaló circunstancias agravantes de la situación: secuestros, asesinatos, salarios cada vez más insuficientes y aumento creciente de la desocupación.

Desgraciadamente, hoy, en 1972, el diagnóstico resulta plenamente actual y aún de mayor gravedad.

Ante esta situación, el sacerdote que siempre tiene el deber de anunciar a los hombres que sólo en Cristo está la liberación total del hombre, que culmina en su divinización, no puede eludir la dimensión política de su misión ya que el Reino de Dios, comienza aquí abajo.

El Padre Arrupe, general de los jesuitas, al reflexionar sobre la tarea sacerdotal en el Tercer Mundo, les dice a los sacerdotes: «El apolitismo, o rechazo sistemático de toda presencia en lo político, es hoy día imposible para el hombre apostólico. No podemos permanecer silenciosos frente a régimenes vigentes en algunos países, que constituyen sin duda una especie de «violencia institucionalizada». Tenemos que denunciar con sabiduría, pero clara y abiertamente, las políticas que contradicen «la visión global del hombre y de la humanidad» que la Iglesia «tiene como propia». (Populorum Progressio núm. 13).

Solamente los que ignoran por conveniencia, para mantener sus privilegios, el sufrimiento del pueblo argentino, pueden negar el estado de violencia institucionalizada en que vivimos. Las torturas inhumanas a que fue sometido el doctor Jozami, secuestrado en una dependencia policial, y la sensación de ciudad ocupada que ofreció a Buenos Aires el viernes 28, porque había gente que quería protestar contra el hambre, son nuevas evidencias dolorosas de la misma.

El clima de represión es tal que parece que se quisiera dar a entender que todo argentino es subversivo a menos que pueda demostrar lo contrario. Y a veces no es fácil hacerlo.

Puede dar fe de ello el padre Carbone. ¿Cuál es su culpa? Le duele el dolor del pueblo y como sacerdote de Cristo, siente que no puede renunciar a ser fiel al Señor. Siente que debe ser voz de los que no tienen voz. Jamás se extralimitó en su sacerdocio. La justicia lo acaba de reconocer.

Pero Carbone sigue preso. ¿Por qué? Porque un régimen afirmado en la violencia y la mentira no puede soportar la verdad del testimonio evangélico.

Bien puede corroborar mis afirmaciones Norma Morello, terriblemente torturada en dependencias militares para arrancarle «los planes subversivos» de ese santo Obispo que es Monseñor Devoto.

Podrá continuar la represión contra la Iglesia y el pueblo siempre habrá cristianos y sacerdotes que sentirán en carne propia las luchas y sufrimientos de los oprimidos, acompañándolos de cerca en su lucha por una sociedad más justa, fraternal y cristiana.

Saben que no están solos. Saben que Cristo los acompaña: «No teman, yo estoy con ustedes hasta el final de los tiempos» (Mt. 28-20).

jueves, 28 de enero de 2010

Protesta y discurso del candidato presidencial Lázaro Cárdenas


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por Lázaro Cárdenas


Ciudadano Lázaro Cárdenas: ¿Protestáis, por vuestro honor de ciudadano, cumplir con el Programa de Principios los Estatutos del Partido Nacional Revolucionario, así como con el Plan Sexenal de Gobierno del mismo, aprobado por esta Convención, y con los acuerdos que del mismo Partido emanen, y desempeñar leal y honestamente vuestro cargo de candidato de nuestro Partido a la Presidencia de la República, para el período 1934-1940, que esta propia Asamblea os ha conferido, mirando siempre por la consolidación de la Revolución Mexicana?

- Sí, protesto.

- Si no lo hiciereis así, el Partido Nacional Revolucionario os lo demande.

- La Presidencia suplica a la Asamblea absoluto silencio, porque va a hablar el candidato de nuestro partido, General Lázaro Cárdenas.

Señores Delegados:

Al rendir la protesta formal, como candidato del Partido Nacional Revolucionario a la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos, juzgo de mi deber concretar con toda precisión, para conocimiento de mis conciudadanos, los pensamientos y propósitos que me animan, en el momento mismo en que se inicia otra etapa histórica de nuestro movimiento social, político y económico, y para cuyo logro integral se han trazado nuevas bases.
La Revolución y las instituciones dimanadas de ella, son obra de las distintas generaciones que, en 1906, gestaron las grandes jornadas democráticas; en 1910, sacudieron la dictadura de treinta años; en 1913, reivindicaron la soberanía nacional e iniciaron las reformas sociales, y, en 1928, instauraron el régimen institucional a cuyo influjo estamos aquí reunidos.
Es por lo mismo de elemental justicia declarar categóricamente en ocasión de esta función cívica y para el caso de merecer el sufragio popular, que me considero unido, en acción y en responsabilidad, a todos los viejos luchadores que con su esfuerzo contribuyeron y siguen contribuyendo a crear un estado social nuevo y un régimen de orientación salvadora.
Consecuentemente, declaro sin subterfugios que asumiré toda la responsabilidad oficial del gobierno, si llego a presidirlo, aunque para determinar esa responsabilidad tuviere que solicitar la cooperación de la experiencia de los viejos y acreditados jefes de la Revolución; pues no considero moral. ni justo, eliminar ese factor de encauzamiento de las actividades sociales, tan sólo en atención a falsos pudores de independencia y a la crítica acerba que la torpeza y la necedad invocan como argumentos incontrastables cuando censuran nuestra disciplina de partido y nuestro espíritu de cuerpo, siendo que en el fondo de esa crítica no hay más que el deseo de dividir a los hombres de la Revolución, para debilitar al Gobierno proveniente de ella y especular con nuestras disensiones.
El sentido íntimo de la evolución social nos llama a impulsar la acción revolucionaria de las masas; a aprovechar el entusiasmo y dinamismo de los ciudadanos que ayer, que hoy y que mañana signifiquen y encarnen las tendencias nuevas y señalen el rumbo a que se dirija nuestra nacionalidad en el porvenir, ya fomentar el generoso impulso de la juventud, haciendo que se prepare para sucedernos en nuestras posiciones de lucha y para regir en el futuro los destinos de la República.
Lo
esencial para que puedan realizarse en su integridad los postulados sociales de la Constitución General de la República y las fórmulas de coordinación social contenidas en el Programa de Gobierno del Partido Nacional Revolucionario, que acaba de aprobarse, consiste en que se verifique una plena interpretación revolucionaria de las leyes, por hombres que sinceramente sientan la Revolución; que sean cabalmente conscientes de su responsabilidad; que tengan verdadero cariño a las masas proletarias, y que perciban con amplitud el espíritu y las necesidades históricas que inspiraron las normas y las doctrinas que se ha dado el pueblo en sus generosas luchas, para que de esta manera las ejecuten con resolución y honradez, a fin de lograr el progreso colectivo. Porque, si en el seno de una administración pública, los hombres llamados a colaborar en ella actuaran con divergencias de criterio, sin ideología común y sin disciplina, llevarían indiscutiblemente al fracaso a la mejor de las ideas y al más bien meditado plan de gestión.
Hay, pues, que insistir -y nunca será bastante- en que todo programa de acción social, para convertirse en realidad palpable, requiere a su servicio hombres de carácter disciplinado, de voluntad pronta y personalidad definida.
De otra parte, para que en el más breve plazo se pueda satisfacer la necesidad de tierras y aguas de todos los núcleos de población de la República, proporcionándoles los medios económicos necesarios para la explotación de sus tierras, a fin de que sea un hecho su mejoramiento; para atender a la organización agraria, cooperativa y sindical del trabajador, protegiéndolo decididamente en sus intereses y necesidades; para que el desenvolvimiento de la economía nacional se efectúe bajo la dirección del Estado y, bajo este control. se encauce el juego de todas las fuerzas económicas, para conseguir orientarlas hacia la más completa solución de las necesidades nacionales; para que los trabajos ejecutados en las obras públicas satisfagan las necesidades sociales; para que la higiene y la salubridad -principalmente en las zonas alejadas de los grandes centros de civilización- se atiendan con la amplitud que exigen el mejoramiento de la colectividad y su desarrollo; para que la educación del pueblo se oriente hacia un mayor interés por la explotación de nuevas fuentes de producción, y por la agricultura y por la industria, que son las bases principales de nuestra prosperidad y desarrollo; así como para que el Estado cuide de realizar en la escuela la unificación de nuestra nacionalidad, por tratarse de un supremo servicio social y porque al Estado mismo corresponde controlar y encauzar la educación de la colectividad mexicana; para que se introduzca en nuestra codificación escrita el movimiento de reforma integral que requiere el desarrollo de nuestra vida social, económica y política; para que se lleve a cabo en condiciones favorables y prácticas la reincorporación de nuestros emigrantes; para que la aplicación estricta de las disposiciones constitucionales y leyes reglamentarias en materia de cultos se realice sin complacencias, pues la Revolución no debe permitir en forma alguna que se tergiversen sus conceptos, o que se vilipendien sus instituciones, ni admitir complicidad que mantenga latentes problemas que interesa a nuestra nacionalidad resolver; para que la orientación técnica y social de la Hacienda Pública siga dirigiéndose hacia una adecuada organización de nuestros sistemas financieros y contributivos, que permita el logro de las aspiraciones revolucionarias y la realización del Programa de Gobierno; para que se vigorice y crezca el esfuerzo que hace la mujer mexicana por incorporarse a la vida pública de la Nación, en proporción justa y con tendencia progresiva, a fin de que se aproveche como es debido el gran caudal de energías que encierran las virtudes que posee, en beneficio general, ya que se trata de un ser eminentemente comprensivo de los problemas humanos y generoso en grado bastante para acoger los intereses comunes; para que en estos momentos de crisis en que el Derecho Internacional se verá obligado a tomar orientaciones más definidas, de acuerdo con la dignidad de las naciones se cultiven nuestras relaciones internacionales sobre la base del afianzamiento de lazos estrechos y generosos; ya se trate de pueblos a los que nos ligan intereses de sangre y de raza, o de pueblos a los cuales nos unen intereses económicos y comerciales, pues bajo estos lineamientos estaremos siempre capacitados para asumir actitudes claras que no menoscaben la dignidad nacional, ni nos obliguen a falsear el espíritu de evolución social que anima a nuestro pueblo; y, finalmente, para que el Ejército de mi país siga siendo el baluarte de las tendencias proletarias y la fuente de donde tomarán su fuerza evolutiva las instituciones sociales, puesto que hoy más que nunca el Ejército emana del pueblo, y pretende, al amparo de una tendencia orgánica, reconstruir sus filas con elementos de todo el país, a fin de compartir con ellos la responsabilidad que tiene una institución que es la salvaguardia del régimen revolucionario; protesto luchar para llevar a la práctica todos estos anhelos, que representan integralmente el programa del Partido Nacional Revolucionario, dictado por la Revolución misma e impuesto por el pueblo, constituido en árbitro de su situación.
Reconozco que tanto entusiasmo y tan grande ideal significan una responsabilidad impropia para ser llevada aisladamente; y, por eso, pienso que sólo un movimiento unánime de las clases trabajadoras y un esfuerzo disciplinado y entusiasta del sector revolucionario, podrán facilitarme la realización de estos propósitos. Consciente de mi deber, así lo exijo; y pido que el gran conglomerado social -que está pendiente de los actos de esta reunión popular y revolucionaria- se considere ligado al Estatuto de la Revolución, para marchar todos unidos a la conquista de los intereses comunes.
Es tanto más justificado este llamamiento que hago a los ciudadanos del país -y en particular a los revolucionarios y a los que quieren serio de verdad-, cuanto que el Partido Nacional Revolucionario fue creado con sinceros propósitos de fraternidad colectiva, con sana intención de encauzar la opinión de las masas y con el fundamento lógico de mantener la unidad revolucionaria, sus tendencias, como organismo político, fueron claramente establecidas para fomentar la función cívica electoral y garantizar la autenticidad del voto, eliminando conflictos innecesarios entre los componentes del régimen revolucionario, y para mantener dentro de su seno, como garantía de éxito, una celosa disciplina de principios y de procedimientos, que no permita el menoscabo de los ideales de la Revolución; y, cualesquiera que hayan sido los errores circunstanciales de esta agrupación nacional, representa, sí, la fuerza organizada de la Revolución y es el medio a propósito para desarrollar sus tendencias, así como para realizar los propósitos revolucionarios que predominan en el pensamiento director del Gobierno de la Nación.
Fundamentalmente
, considero que los fracasos de los pueblos en sus luchas, así sea evolucionistas o revolucionarias -pero con una meta claramente definida- no dependen de la falta de expresión más o menos brillante de sus doctrinas, sino que contribuye en grande escala a estos fracasos la torpeza o mala fe de los hombres que trataren de llevarlas a cabo.
Es por eso que los yerros de una institución, cuando son hijos de los hombres, pueden ser corregidos con el sano impulso de los miembros que se renueven.

miércoles, 27 de enero de 2010

Fragmentos


por Pedro Albizu Campos


"He creído siempre en una abierta oposición al gobierno colonial, y, como ninguno de los partidos políticos, hasta 1929, seguía la táctica de no cooperación, me abstuve de tomar parte de ninguna actividad partidista. Reilly (el gobernador colonial) provoco una rebeldía general en el país, al privar a los unionistas de sus puestos en el gobierno. Creí posible entonces la organización de una agrupación que se dispusiera a combatir abiertamente el régimen colonial. En noche memorable, cuando la Junta Central del Partido Unionista, peregrinaba buscando el apoyo de todo buen puertorriqueño frente a los ataques del gobernador Reilly y de los traidores del Partido, y cuando no podía esta colectividad disponer de un solo puesto publico, hice mi ingreso en sus filas para reforzar su rebeldía...

Cuando la Dirección del Partido, poco tiempo después de mi ingreso, resolvió acatar la orden del Gobierno norteamericano, para que no se hiciese mas campaña separatista en Puerto Rico, me retire inmediatamente y contribuí al Partido Nacionalista, integrado por los desprendimientos de los pocos patriotas que había en las filas unionistas."


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“Puerto Rico y las otras Antillas constituyen el campo de batalla entre el imperialismo yanqui y el iberoamericanismo. La solidaridad iberoamericana exige que cese toda injerencia yanqui en este archipiélago para restaurar el equilibrio continental y asegurar la independencia de todas las naciones colombinas. Dentro de esta suprema necesidad es imprescindible nuestra independencia.

“Nuestra situación dolorosa bajo el imperio de Estados Unidos es la situación que pretende Norteamérica imponer a todos los pueblos del continente. Nuestra causa es la causa continental. Los pensadores iberoamericanos ven claro el problema conjunto de la América Ibérica frente al imperialismo yanqui. Si triunfa la absorción norteamericana en nuestra tierra, el espíritu de conquista yanqui no tendrá freno...

“Si triunfa el imperio en nuestro ambiente sería un golpe fuerte para la raza iberoamericana. Se lesionaría gravemente su prestigio y se atraería una invasión yanqui, sin medida y sin cuartel...

“La preocupación iberoamericana no es defender a México, a Colombia, a Venezuela, o a otras repúblicas de nuestra sangre. La preocupación continental es arrancar la bota yanqui de todas las posiciones que ocupa en el Caribe.”


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“La nación no puede existir sin la posesión de toda su riqueza material. La agricultura, la industria, el comercio, las comunicaciones, franquicias y toda forma de riqueza tiene que estar en manos nativas para poder asegurar la vida de la nacionalidad. Las compañías de seguro, las instituciones bancarias, y todo organismo dedicado a la movilización de la riqueza, forzoso es que pertenezca a intereses nacionales.

“Si para adquirir independencia económica dentro del coloniaje, hay que imponer la independencia política, por las armas si fuera necesario, cuando la nación goza de su plena soberanía, para garantizar su existencia como Estado independiente, tiene que nacionalizar su riqueza y no permitir que elemento extranjeros se adueñen de ella.”


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“Todo poder imperial realiza sus atropellos invocando siempre los principios de justicia. Estados unidos tiene la forma de comparar sus propósitos mas nefastos con las dulces palabras de igualdad, fraternidad, democracia etc.”

“E so de movilizar cada cuatro años la opinión publica a todo el electorado, y gastar cuantiosas sumas de dinero en elecciones, sirve solamente para mantener otra farsa de que existe el sufragio en Puerto Rico.”

“El sufragio existe donde hay un régimen de libertad que depende de un régimen de derecho, o sea, de un régimen responsable a los gobernadores y que emana de su voluntad.”

“El Partido Nacionalista pondrá a prueba si existe o no el sufragio en Puerto Rico y colocara a prueba el régimen en forma definitiva cuando decrete la Convención Constituyente de la Republica al obtener el voto de las mayorías.”

"A ningún imperio conviene ejercer la tiranía abiertamente, y siempre usa para el ejercicio de su despotismo a los naturales de la nación intervenida...Como ningún imperio puede mantenerse sin la cooperación de los naturales del país ocupado por la fuerza, se sirven de ellos pero los desprecian".

“Puerto Rico presenta el cuadro de un naufragio de los valores humanos mas preciados: el honor, el patriotismo, el sacrificio. El imperialismo yanqui en lo moral, nos ha conducido al desprecio de nosotros mismos; en lo material, de propietarios nos ha convertido en peones, y de peones en mendigos sentenciados a muerte.”

“El Nacionalismo es la única salvación porque hace renacer en cada uno de nosotros la conciencia de un hombre libre para quien la dignidad humana no tiene precio, y quien no puede concebir por qué no tenga el derecho a regir los destinos de sus hijos o de su patria.”


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“Nuestra patria ha venido sufriendo la intervención militar de Estados Unidos hace más de medio siglo. La intervención militar es la guerra en todos sus aspectos: económico, político, cultural, etc., porque las intervenciones militares se llevan a cabo con un solo fin que es destruir la nacionalidad ocupada y convertirla en colonia del imperio, explotable en todas sus formas...

“Nuestra fe en el derecho nos dio una infinita paciencia para resistir los desmanes del poder ocupante norteamericano. Esa paciencia nuestra ha confundido a los dirigentes de Estados Unidos que nos catalogaron entre los pueblos pasivos de la tierra y los llevó hasta la insolencia de que, siendo víctimas de su imperio, pretenden reclutar a nuestros hijos por la fuerza para servir a sus fines imperialistas en el mundo entero...”

"En la cárcel o frente a la muerte renovamos nuestros votos de consagración a la causa de la independencia patria."

martes, 26 de enero de 2010

Arenga a los Venezolanos


por Jorge Eliécer Gaitán


Hombres y mujeres de Venezuela:


Yo, que pertenezco a un gran país cuyo pueblo es superior a sus dirigentes, al ver la muchedumbre de rostros morenos que están reunidos en esta plaza, he experimentado hoy una emoción que hace contraste con la sensación de angustia que siendo estudiante experimentara ayer, ante el dolor y la tragedia que se agolpaban sobre el alma grande de los herederos de Bolívar.

Hasta ayer yo sabía que las dolientes masas venezolanas, vuestros abuelos, vuestros padres y vuestros hermanos, rumiaban su dolor en las mazmorras que eran deshonra de América y que existía en esta tierra admirable una pequeña minoría oligárquica que disponía abusivamente de los destinos de esta patria del Libertador, a espaldas del pueblo, contra el pueblo y sin el querer del pueblo.

Pero yo, capitán de multitudes de Colombia, vengo a contemplaros vibrantes y plenos, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, irrumpiendo en esta plaza; y a decir desde esta tribuna a todas las gentes de Venezuela que de ahora en adelante sólo habrá una voz que mande sobre esta tierra sagrada: ¡la voz del pueblo, por el pueblo y para el pueblo!

Estáis en la primera etapa de vuestro recorrido inexorable. Habéis comenzado a conquistar vuestra libertad política, la cual apenas será formal si en posteriores épocas no llegáis a la conquista de la libertad económica y social. Pero esta primera etapa la tenéis que defender, modelar y terminar con bravura, con tenacidad, con coraje, y sin vacilaciones ni desmayos. Afortunadamente tenéis a la cabeza capitanes y gonfaloneros que jamás, estoy seguro, traicionarán vuestro interés ni vuestros anhelos.

Hacéis bien en defender corajudamente esa obra; en conquistar previamente esa libertad política formal que nosotros, los colombianos ya conquistamos, y que os preparéis para una nueva etapa de las realizaciones por venir. Ya nadie –de ello estoy cierto y esa la razón de mi emoción profunda– podrá poner al margen de su destino al pueblo de Venezuela. Ahora va a ser él, como los demás pueblos de nuestra América, de nuestra América morena, quien va a darse libremente su propio gobierno.

Nosotros hemos aprendido a reírnos de esas generaciones decadentes que ven a las muchedumbres de nuestro trópico como a seres de raza inferior. Inferiores son ellos que carecen de personalidad propia y se dejan llevar por algunas mentes esclavas de la cultura europea. ¡Mentira la inferioridad de nuestros pueblos; mentira la inferioridad de nuestros países; mentira la debilidad de nuestras razas mestizas!

Yo le pidiera a las más antiguas y grandes razas de la tierra que vinieran a esta América; que se adentraran como nuestros mulatos en las selvas del trópico; que trabajaran como lo hacen los hombres nuestros 12 y más horas, casi sin salario y siempre desnutridos; que sufrieran los dolores de nuestro pueblo; sintieran a la selva envolviéndolos; supieran lo que son los niños sin escuela y sin cultura; lo que es la muchedumbre sin defensa en el campo, sin poder satisfacer el apetito de la belleza y del amor que se les niegan y saborean tan sólo el dolor y la angustia permanentes. Que vengan los europeos a presenciar el drama de esta masa enorme de América devorada por el paludismo, con gobiernos que le han vuelto la espalda a su gente para enriquecerse en provecho propio; que vengan a contemplar las inclemencias perpetuas que vivimos los habitantes del trópico, y entonces tendrán que comprender cuán brava es la gente nuestra, qué brava gente sois vosotros, y reconocer la falsedad de su concepto sobre la inferioridad de las masas americanas. Porque aquí y en el Perú y en todas nuestras naciones sucede lo que yo afirmo que pasa en Colombia: "El pueblo es superior a sus dirigentes".

Estos pueblos hermanos conservan sus peculiares notas, sus realidades diversas, pero cada día se acercan más los unos a los otros. Y esas distintas realidades pueden condensarse en una sola afirmación que hace temblar el criterio feudal de las castas minoritarias que todavía en América imperan; pueden sintetizarse en el deseo que todos anhelamos y que todos impondremos: i queremos que los amos sean menos amos para que los siervos sean menos siervos; queremos que los poderosos sean menos poderosos para que los humildes sean menos humildes y queremos que los ricos sientan que deben ser menos ricos! ¡para que los pobres reciban mejor remuneración por su trabajo!

Pueblo: Ni un paso atrás en esta maravillosa obra que estáis realizando con un gobierno comprensivo y sin una vacilación, porque el ritmo de vuestros corazones es el mismo ritmo del corazón de todos los hombres de América.

El hombre vale por su tenacidad. El hombre vale por la rotundidad que ponga en el amor a sus ideas. Nada puede detener al pueblo ni hacerlo vacilar y si un solo varón quedara en Venezuela de todos los que aspiran a ser libres; que ese hombre solo se sienta obligado a la batalla, porque yo diría que ¡vale más una bandera solitaria sobre una cumbre limpia que cien banderas extendidas sobre el lodo!

domingo, 24 de enero de 2010

LA CUESTION NACIONAL


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por Enrique Rivera

La formulación de la cuestión nacional efectuada por F.O. señalaba que ésta se plantea en nuestra época como consecuencia de la crisis definitiva del sistema capitalista mundial. Cierto ascenso capitalista nacional en los países coloniales y semicoloniales, en estas condiciones, es considerado, valga la metáfora, como el crecimiento de las uñas que continúa durante un tiempo en el cadáver. Por eso, la cuestión nacional sólo podía ser resuelta por la clase obrera; la buerguesía sólo podía acompañar por um tiempo el proceso; la organización política independiente de la clase obrera era por ello fundamental dentro del frente antimperialista. Los populismos son, pues, insuficientes.
Pero de la formulación de que la cuestión nacional sólo puede resolverse por la clase obrera políticamente organizada de modo independiente, como parte de la lucha más amplia por el socialismo en escala mundial, no se desprende automáticamente que la clase obrera consiga organizarse de tal suerte. Significa, eso sí, que mientras esto no se produzca, la cuestión nacional estará condenada a '' cortarse por la mitad'', a no resolverse y esto explica la debilidad de los denominados populismos, es decir, grandes movimientos nacionales y populares encabezados por dirigentes de la burguesía. Esta debilidad se traduce históricamente en la desvirtuación y copamiento de los populismos por el enemigo imperialista , que puede operarse total o parcialmente.
De todos modos, no puede de ningún modo prescindirse del denominado ''populismo'', puesto que en el denominado tercer mundo la lucha nacional no es sólo patrimonio del proletariado, sino también de otras clases populares ( campesinado, etc. ). El frente nacional antimperialista continúa, pues, siendo la estructura de la lucha. Más aún si tenemos en cuenta de que la clase obrera únicamente puede llegar a su conciencia y organización política propias en esa lucha y dentro de este frente. Los llamados clásicamente partidos obreros, ''socialistas'' y ''comunistas'', entendiendo por ellos la socialdemocracia internacional y, digamos, el ''stalinismo'', no expresan la conciencia y la independencia del proletariado nacional, sino a fuerzas internacionales, que podríamos expresar sintéticamente en la palabra ''sinarquía''. Por supesto, incluimos a la llamada IV Internacional.
Expresado esto, corresponde ver más de cerca el periódo 1945-1950. Fue una ''fase fundacional y ascendente'' de los ''capitalismos indígenas burgueses nacionales''? Esta fase no puede entenderse sino como un producto de la crisis del capitalismo mundial. Precisemos. El capitalismo, como sabemos, es un sistema condenado a la incesante expansión, horizontal y vertical. La razón de ello, demostrada por R. Luxemburgo, es que necesita realizar la plusvalía y esto es posible sólo absorbiendo, al modo de un vampiro, los modos de producción y clases precapitalistas. El predominio que ha tomado en la década del 70 el capital financiero y el crecimiento irresistible de los gastos militares, está indicando que ya se ha llegado a un límite histórico y que, en adelante, el capitalismo está condenado a sobrevivir como el pelícano, comiéndose sus propias entrañas ( en realidad, primero comiéndonos a nosotros). A diferencia de épocas o ciclos anteriores, el progreso technológico no le da solución, pues desemboca en la automación, o sea en la liquidación de la clase obrera por liquidación de esta misma; de ahí el incremento permanente de la desocupación. Pero esto mina la base misma del sitema capitalista, es decir, la expropiación de ''valor''.
El capitalismo mundial ha tenido tres grandes ''crisis'' en este siglo: la primera guerra mundial, de 1914-1918; la crisis de 1930; la segunda guerra mundial. Y estamos en pleno curso de la cuarta, iniciada en la década del 70. Las ha solucionado con la expansión incesante, que al mismo tiempo lo acerca más al abismo final. Es durante esas grandes crisis que, en la hoy denominada periferia, se han producido los movimientos nacionales. Al revés, en los períodos de properidad entre ellas, estos se han debilitado.
Aquéllo que se denomina ''descomposición social y nacional'', no es sino la consecuencia de la falta de soluciones a las tareas nacionales. La industrialización nacional se detiene o incluso retrocede y el proletariado industrial disminuye; aumentan en cambio, mas parasitariamente, el sector terciario y la llamada economía informal o cuentapropismo, etc. El capital financiero deviene usurario; la especulación sustituye a la producción. Antes de llegar a desarrollarse, el capitalismo nacional se descompone.

sábado, 23 de enero de 2010

Individuo y Estado


por Miguel de Unamuno



No bien leído en ese mismo diario el artículo del amigo Araquistain sobre «El complejo sindicalista», tomo la pluma, y no con talante polémico, para comentar algo de lo que en él dice su autor. Es esto: «La tesis del individualismo español, o sea el antiestatismo español, como generalización, me ha parecido siempre una tontería. Un régimen tan férreamente estatista como el que ha imperado en España durante tantos siglos no se explica sin una anuencia espiritual de la mayoría del pueblo.»

Dejemos por ahora la segunda parte de lo citado, eso de que el régimen español haya sido férreamente estatista, lo que me parece un error de historia, sino que antes más bien lo que llamamos Estado o Poder central -que ni es central- ha sido en España de una debilidad manifiesta. Dejemos esto para detenermos en lo de «el individualismo español, o sea el antiestatismo español»... ¿Es que son términos convertibles? ¿Es que el individualista, por serlo, es anti-estatista? ¿Es que quien pone sobre todo en el orden civil los llamados derechos individuales, los de la Revolución francesa, es que el liberal, el neto liberal, se opone por ello al Estado? ¿Es que vamos a volver a la tesis spenceriana del individuo contra el Estado? Creo más bien lo contrario, y más si por Estado entendemos el Poder más amplio, el más extenso, el más universal. Tratándose de individuos españoles, el Estado español, el Poder público de la nación española. Y digo que el individuo busca la garantía de sus derechos individuales en el Estado más extenso posible, a las veces, en Poderes internacionales. Lo que sabia muy bien Pi y Margall, que era un proudhoniano.

Por individualismo español, por liberalismo español, es por lo que vengo predicando contra Poderes intermedios, municipales, comarcales, regionales o lo que sean, que puedan cercenar la universalidad del individuo español, su españolidad universal. Yo sé que en mi nativa tierra vasca, por ejemplo; y lo mismo en Cataluña, en Galicia, en Andalucía o en otra región española cualquiera, ha de ser el Poder público de la nación espafiola -llámesele, si se quiere, Estado español- el que ha de proteger la libertad del ciudadano español, sea o no nativo de la región en que habite y esté radicado en ella contra las intrusiones del espíritu particularista, del «estadillo» a que tiende la región. Como la experiencia me ha enseñado que los llamados caciques máximos o centrales, los grandes caciques de Estado, si alguna vez se apoyaban en los caciquillos locales, comarcales o regionales, muchas veces defendían a los desvalidos, a los ciudadanos sueltos, contra los atropellos, de estos caciquillos.

Hay una conocidísima doctrina lógica que enseña que la comprensión de un concepto está en razón inversa de su extensión, que cuantas más notas la definen se aplica a menos individuos, y así escarabajo -coleóptero-insecto-articulado-animal-viviente-ente es serie que va creciendo en extensión y menguando en comprensión. Y así yo, mi propia individualidad, soy lo más comprensivo y lo menos extensivo, y el concepto de ente o ser lo más extensivo y lo menos comprensivo. Pero hay Dios, que es algo, como lo que Hegel llamaba el universal concreto; hay el Universo, que sueño que sea consciente de sí; hay la totalidad individualizada y penonalizada, y hay, en el orden político, la Ciudad de Dios.

Es, pues, por individualismo, es por liberalismo, por lo que cuando se dice «Vasconia libre» -«Euskadi askatuta» en esperanto eusquérico-, o «Catalunya lliure», o «Andalucía libre», me pregunto: «Libre, ¿de qué?; libre, ¿para qué?» ¿Libre para someter al individuo español que en ella viva y la haga vivir, sea vasco, catalán o andaluz, o no lo sea, a modos de convivencia que rechace la integridad de su conciencia? ¡Esto no! Y sé que ese individuo español, indígena de la región en que viva o advenedizo a ella, tendrá que buscar su garantía en lo que llamamos el Estado español. Sé que los ingenuos españoles que voten por plebiscito un Estatuto regional cualquiera tendrán que arrepentirse, los que tengan individualidad consciente, de su voto cuando la región los oprima, y tendrán que acudir a España, a la España integral, a la España más unida e indivisible, para que proteja su individualidad. Sé que en Vasconia, por ejemplo, se le estorbará y empecerá ser vasco universal a quien sienta la santa libertad de la universalidad vasca, a quien no quiera ahogar su alma adulta en pañales de niñez espiritual, a quien no quiera hacer de Edipo.

jueves, 21 de enero de 2010

Carta de Salvador Allende a Carlos Prats



por Salvador Allende

Señor General
Don Carlos Prats González

Estimado señor general y amigo:

El Ejército ha perdido su valioso concurso, pero guardará para siempre el legado que usted le entregara como firme promotor de su desarrollo, que se apoyó en un orgánico plan que coloca a tan vital rama de nuestras Fuerzas Armadas en situación de cumplir adecuadamente sus altas funciones.
Su paso por la Comandancia en Jefe significó la puesta en marcha de un programa destinado a modernizar la infraestructura, el equipamiento y los niveles de estudio de nuestro Ejército, para adecuarlo a los niveles que demandan las tecnologías y ciencias actuales. Esto se le reconoce ahora y se apreciará mejor en el futuro.
Es natural que quien fuera el alumno más brillante, tanto en la Escuela Militar como en la Academia de Guerra, aplicara, en el desempeño de las más altas tareas del Ejército, elevada eficiencia, riguroso celo profesional y efectiva lealtad con los compromisos contraídos con la nación, su defensa y su sistema de Gobierno.
No es solamente la autoridad gubernativa la beneficiada con su conducta. Es toda la ciudadanía. Sin embargo, estoy cierto que, dada su recta definición de soldado profesional, usted considera que, simplemente, cumplió con su deber. A pesar de ello, señor general, me corresponde agradecer, en nombre de los mismos valores patrióticos que defiende, la labor que usted desempeñó.
Expreso una vez más el reconocimiento del Gobierno por su valiosa actuación como Vicepresidente de la República, ministro del Interior y de la Defensa Nacional. Su invariable resguardo del profesionalismo militar estuvo siempre acorde con el desempeño de sus difíciles responsabilidades, porque comprendió que, al margen de las contingencias de la política partidista, ellas están ligadas a las grandes tareas de la seguridad del país.
El encauzamiento del Ejército dentro de las funciones que le determinan la Constitución y las leyes, su respeto al Gobierno legítimamente constituido fueron reafirmados durante su gestión, de acuerdo con una conducta que ha sido tradicional en nuestra nación, que alcanzó especial relevancia frente a los incesantes esfuerzos desplegados por aquellos que pretenden quebrantar el régimen vigente y que se empeñan con afán bastardo en convertir a los institutos armados en un instrumento para sus fines, despreciando su intrínseca formación.
A usted le correspondió asumir la Comandancia en Jefe del Ejército en momentos difíciles para esa institución y, por lo tanto, para Chile; sucedió en el alto mando a otro soldado ejemplar, sacrificado por su riguroso respeto a la tradición constitucionalista y profesional de las Fuerzas Armadas. El nombre de ese general, don René Schneider Chereau, trascendió nuestras fronteras, como símbolo de la madurez de Chile, y reafirmó el sentido o'higginiano impreso en el acta de nuestra independencia y que consagra el derecho soberano de nuestro pueblo para darse el Gobierno que estime conveniente.
Su nombre, señor general, también desbordó nuestro ámbito, al punto que en otras naciones aprecian, en toda su dimensión, su actitud profesional insertada en el proceso de cambios impuesto en Chile por la firme vocación de su pueblo.
Es este un momento en que hay chilenos que callan ante las acciones sediciosas, a pesar de hacer constantes confesiones públicas de respeto a la Constitución. Por eso, su gesto significa una lección moral que lo mantendrá como una meritoria reserva ciudadana, es decir, como un colaborador de la patria con el cual estoy seguro ella contará cuando las circunstancias se lo demanden.
Los peores ataques dirigidos contra usted constituyen una parte de la escalada fascista en la cual se ha llegado a sacrificar al comandante de la Armada Nacional, mi edecán y amigo, Arturo Araya Peeters, quien fuera ultimado por personas pertenecientes al mismo grupo social que tronchó la vida del general Schneider. Es éste un duro momento para Chile, que usted lo siente de una manera muy profunda.
El gesto de su renunciamiento, motivado por razones superiores, no es la manifestación de quien se doblega o rinde ante la injusticia, sino que es la proyección de la hombría propia de quien da una nueva muestra de responsabilidad y fortaleza.
Lo saludo con el afecto de siempre.

martes, 19 de enero de 2010

Manifiesto al Pueblo de la República

por Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina.

(2/9/1935)


Desde el 6 de septiembre de 1930 las oligarquías gobernantes desarrollan un plan sistemático para aniquilar la soberanía del pueblo, transfiriendo a grupos de especuladores el goce de los bienes de la Nación, sin hallar resistencia efectiva en los llamados partidos opositores, que, aprovechando la abstención radical, fueron a compartir posiciones con el pretexto de defender, desde ellas, los derechos populares.

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Deploramos que las autoridades de la Unión Cívica Radical, con el pretexto de conseguir la soberanía política del pueblo, estén colaborando con las oligarquías económicas entregadas al capital extranjero...

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Todos los aspectos de la vida nacional que se pasa a examinar, demuestran que ya se ha impuesto a la República una tiranía económica, ejercida en beneficio propio por capitalistas extranjeros a quienes se han dado derechos y bienes de la Nación Argentina; y que, por las facultades extraordinarias que este Congreso y los jueces han dado al Gobierno Nacional y por la supresión de derechos individuales, se ha echado las bases para establecer de inmediato una dictadura política que asegure y consolide aquella tiranía.

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El Banco Central es una sociedad gobernada exclusivamente por los Bancos, en el cual el Estado, el Banco de la Nación Argentina y los bancos oficiales de las provincias tienen sólo 3 representantes sobre 14 miembros del Directorio, de modo que la casi totalidad son nombrados por los bancos particulares.

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De modo que a este banco de capitalistas extranjeros se le ha dado un poder dictatorial en materia de bancos, moneda, crédito, industria, comercio interno, importación y exportación, haciéndose de él una fuerza superior a la de la Nación, las provincias y municipalidades, sin intervención eficaz de los representantes del pueblo argentino.

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Por otra parte, hay que considerar que el capitalismo británico tiene en sus manos por medio del trust frigorífico y de los transportes marítimos, el dominio de la industria ganadera, a la vez que los comercios de tiendas y almacén más completos y poderosos de las ciudades principales del país, así como le comercio de las máquinas agrícolas.

Se debe tener en cuenta también que las empresas ferroviarias inglesas dominan toda la zona portuaria de ultramar del país, desde Bahía Blanca a Rosario, así como las zonas de los territorios del sur y la cordillera. Vale decir, todas las puertas aduaneras y estratégicas de la República , sin contar la dominación marítima que ejercen en los territorios del sur, con la posesión de las Islas Malvinas y el absoluto predominio industrial y comercial que el capitalismo británico tiene en dichos territorios...

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Está de más hacer resaltar la absoluta incompatibilidad de estas dobles funciones del doctor Leguizamón, que es quizá el ciudadano argentino que recibe mayores beneficios del capitalismo británico. El Dr. Leguizamón estaba pagado por las empresas inglesas para que les defienda sus intereses en la Argentina, al mismo tiempo que le pagaba el gobierno para que le defienda los suyos en Inglaterra. Por el carácter de sus funciones plenipotenciarias y por la larga ausencia del Dr. Roca de Londres, en realidad fue el Dr. Leguizamón quién tramitó el tratado de Londres, que ha resultado tan desastroso para la Argentina y tan beneficioso para Inglaterra...

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El Tratado de Londres es una afrenta para la soberanía nacional y el pueblo argentino y, por estar fundamentado en una manifiesta prevaricación, está viciado de absoluta nulidad...

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Por el progresivo aumento de todos los impuestos de consumo y al trabajo, la progresiva disminución de los sueldos y salarios de los empleados y obreros del Estado y de las empresas particulares y extranjeras de servicios públicos, la progresiva desvalorización de la moneda, el progresivo aumento del presupuesto y de los empréstitos internos y externos, los gobierno surgidos de la revolución de septiembre han agobiado al pueblo argentino, con el pretexto de pagar deudas y salvar el crédito. Mientras no se ha exigido a las empresas extranjeras de servicios públicos que rebajen sus tarifas, a la vez que se les ha permitido que rebajen los sueldos y salarios de sus empleados y obreros, y que los despidan a su antojo por razones de economía, cuando nadie ignora que los gastos de explotación , por diversos factores, han disminuido considerablemente; al mismo tiempo que se ha privilegiado a los trust y empresas extranjeras -que monopolizan y explotan los servicios públicos y las riquezas naturales del país - en los gravámenes impuestos por la ley de cambio, provocando con todos ello el empobrecimiento general del país en beneficio exclusivo del capitalismo monopolista extranjero, con el agravante de haberse exigido todos estos sacrificios económicos al pueblo argentino, so pretexto de salvar su honor y crédito, en los momentos que todas las potencias europeas suspendían sin término el pago de sus deudas, sin que esas potencias se hayan sentido por eso ni desacreditadas ni deshonradas.

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Ahora los trust has tendido su organización clandestina para apropiarse de los frutos del trabajo nacional, que comprarán con la inagotable emisión de papeles de la máquina del Banco Central, y que venderán a precio de oro. Pues los trust son brazos del Banco Central para la expoliación del pueblo de toda la República.

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La Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, al desplegar la vieja bandera de Hipólito Yrigoyen, arriada por la actual dirección del radicalismo, ha entrado en la lucha, dispuesta a cumplir el último mandato del jefe: "Hay que empezar de nuevo".